En otros tiempos, los tratamientos de restauración capilar eran un terreno fructífero para los comediantes. Las pelucas eran fáciles de detectar, así que brindaban una gran fuente de risas. Los primeros intentos de trasplantes capilares representaron una mejora importante, pero a menudo los pacientes quedaban con “pelo de muñeca”, así que también eran fáciles de detectar. Por eso siempre eran motivo de burlas y risas.
Por fortuna, esos días han pasado. Actualmente los trasplantes capilares pueden proporcionar cabelleras densas y de aspecto natural. ¿Cómo es posible? En este artículo vamos a ver cómo son los trasplantes capilares modernos. Te explicaremos por qué dejó de ser motivo de burlas, para convertirse en una opción de restauración ideal. ¡Sigue leyendo!
El pasado
Los trasplantes capilares empezaron a sustituir a las pelucas a partir de la década de 1950. Los cirujanos fueron los pioneros en realizar trasplantes capilares usando un punzón. Se extraían zonas circulares de la parte posterior de la cabeza, que contenían unos veinte folículos pilosos a la vez. Estos se introducían en pequeños agujeros que el cirujano cortaba en las zonas del cuero cabelludo donde no había pelo. De ahí viene el término “tapones capilares”, ya que los folículos trasplantados básicamente tapaban los agujeros abiertos por el cirujano.
Los trasplantes basados en tapones capilares siguieron siendo la norma hasta la década de 1980. Lamentablemente, dejaban al paciente con cicatrices notables en la parte posterior de la cabeza. Además, dejaban patrones en el cuero cabelludo que se veían extraños y artificiales, como el pelo de una muñeca. Los mechones de pelo se implantaban en ángulo vertical, dejando notables huecos entre ellos. Eso hacía que los clientes quedaran con mechones que crecían rectos, en patrones simétricos, lo que se veía claramente antinatural. Nada de eso ayudaba a combatir el estigma que iba asociado a los trasplantes capilares.
La estrategia de los primeros trasplantes capilares era buena. Sin duda, el camino a seguir era utilizar los propios folículos pilosos del paciente, para hacer que creciera pelo natural en otra zona de la cabeza. Pero la ejecución de esa técnica dejaba mucho que desear. Ello se debía a que los especialistas no contaban con la debida experiencia quirúrgica, porque ese nicho de trabajo todavía era muy reciente. Además, en aquellos tiempos había serias deficiencias tecnológicas.
Más experiencia, mejor tecnología
Como ocurre con cualquier otro proceso quirúrgico, el paso de los años ha permitido que los cirujanos ganen experiencia y perfeccionen sus técnicas. Ahora hay más cirujanos especializados en este trabajo, que conocen mucho mejor la importancia que tienen los ángulos y la densidad del cabello a la hora de implantar los folículos. Pero sin duda, lo que ha permitido los mayores avances es el desarrollo de la tecnología.
La tecnología que se utiliza actualmente en los trasplantes capilares no tiene nada que ver con la de los años 50. Desde principios de los años 90 se han hecho grandes mejoras. Los métodos modernos de trasplante capilar brindan resultados más naturales, y no dejan ese aspecto de “tapón capilar” que estuvo asociado a los trasplantes por tanto tiempo. El cambio fundamental fue la llegada del trasplante capilar por extracción de unidades foliculares (FUE).
El moderno método FUE consiste en extraer unidades foliculares individuales, usando una microaguja, en vez de los antiguos punzones. Esto ha reducido al mínimo las antiestéticas cicatrices que dejaban los antiguos trasplantes capilares. La cirugía FUE también permite la implantación individual de folículos en zonas específicas, y en los ángulos correctos. Esto le puso punto final a esos mechones de pelo que dejaban al paciente con “pelo de muñeca”.
Aparte de la técnica, la mayor precisión de las herramientas quirúrgicas modernas permite que los cirujanos operen con mayores niveles de exactitud y creatividad.
El futuro
Teniendo en cuenta los últimos avances en cirugía y tecnología, probablemente nunca ha habido un mejor momento que este para someterse a un trasplante capilar. Pero eso no quiere decir que no veamos más mejoras en el futuro. Muchos cirujanos creen que, en el futuro, los avances girarán en torno a los trasplantes de células madre. Si esto se hace realidad, no será necesario extraer folículos capilares de la parte posterior y lateral de la cabeza. Así se acelerará el proceso, y la cirugía será aún menos invasiva de lo que ya es.
Conclusión
El estigma social que solía acompañar a la restauración capilar ha desaparecido en gran medida. A este proceso ha contribuido el creciente número de actores, deportistas y músicos famosos que se han sometido a trasplantes capilares, y que han estado dispuestos a hablar del tema. Pero, sobre todo, el estigma ha desaparecido gracias a la gran mejora en los resultados que ofrecen los trasplantes capilares actuales. Nada promociona mejor este negocio que un cliente satisfecho, con una cabellera densa y natural.
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